Reestructuración financiera tras el Covid-19, un gran desafío para las empresas

Reestructuración financiera tras el Covid-19, un gran desafío para las empresas
La crisis económica generada por el Covid-19 llegó sin manual y ha representado para muchas empresas un momento crítico en su trayectoria. La capacidad de los negocios para adaptarse a esta situación de incertidumbre se pone a prueba cada día.

Según estimaciones del banco Goldman Sachs, el PIB mundial se podría recuperar en el 2021 en un 6 % y para el 2022 el porcentaje puede llegar hasta 22. Los expertos aseguran que encontrar una solución en esta nueva realidad es diferente a las crisis del 2001 y 2008.

En el 2008 los sectores afectados fueron la banca y el sector inmobiliario, mientras que el Covid-19  ha paralizado toda la actividad económica, especialmente el turismo. Esto como consecuencia de que los Gobiernos ordenaran mediante decreto la inmovilización social con la finalidad de frenar la propagación de este virus.

Reestructuración financiera


Esta enfermedad evidentemente causó una paralización en la actividad de las empresas repercutiendo de forma directa en el logro de los objetivos que cada negocio había marcado en sus presupuestos económicos y que impactaría significativamente a nivel financiero.

Las empresas que pueden revertir esta situación son aquellas cuyas ventas son diferidas. En este caso el impacto financiero seria temporal y se podría manejar mediante la inyección de financiación específica o de estrategias como la negociación con acreedores y proveedores comerciales con quienes se puede establecer un acuerdo para diferir los pagos.

Hay empresas para la cual la caída es y ha sido irreversible porque requiere de contar con un plan de contingencia que requiere la realización de un diagnóstico económico, donde se pueda estimar el cómputo de las necesidades de liquidez.

En este sentido, los empresarios deben ser capaces de establecer un plan de continuidad a corto o mediano plazo que les permita mantener sus actividades comerciales y de producción. La toma de decisiones dependerá de los estados financieros, una herramienta que ayudará a medir el impacto en el transcurso de los meses.

La revisión integral de este plan debe contemplar los gastos inherentes a la paralización de las operaciones, la renegociación de los préstamos, el incumplimiento de convenios, la disminución de valor razonable de los inventarios, el deterioro de los activos no financieros, entre otros.

La reestructuración financiera debe anticipar todos los escenarios para preparar un plan de acción que garantice la continuidad del negocio y también hacer una previsión económica y financiera de los ejercicios 2021 y 2022. Esto último permitirá conocer si el escenario es optimista o si por el contrario la empresa no está en la capacidad de asumir tales riesgos.


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