Las señales de ralentización de la economía de Estados Unidos sembraron el pánico entre los inversores el lunes, y la venta masiva de acciones que comenzó la semana pasada se convirtió en una caída mundial.
Las caídas se produjeron tras la publicación el viernes de un informe sobre el empleo en EE. UU. que mostraba una ralentización significativa de la contratación, con un aumento del desempleo hasta su nivel más alto en casi tres años. Ello acentuó los temores de que la mayor economía del mundo pueda estar entrando en recesión y de que la Reserva Federal haya esperado demasiado para recortar los tipos de interés.
En las primeras operaciones del lunes, el índice S&P 500 cayó más de un 4 por ciento y el Nasdaq, de gran peso tecnológico, se desplomó casi un 6 por ciento. Algunos inversores consideraron que la venta masiva de acciones era una señal de que la economía corría el riesgo de entrar en recesión, mientras que otros opinaron que se trataba más bien de una retirada de las apuestas excesivas en valores tecnológicos y de inteligencia artificial.
Esto, a su vez, tuvo como telón de fondo la habitual pausa estival en los volúmenes del comercio, que puede provocar oscilaciones bruscas y severas en los precios. Mientras las bolsas caían en Asia, Europa y América, pocos sectores se salvaron conforme los inversores convertían sus activos en efectivo y buscaban refugio de una caída generalizada. Los movimientos supusieron un brusco cambio de tendencia en los principales mercados bursátiles, que durante gran parte del año pasado subieron a nuevos picos, impulsados por el optimismo ante el enfriamiento de la inflación, la solidez de los mercados laborales y la promesa de la tecnología de inteligencia artificial.
Los descensos fueron especialmente pronunciados en Japón. El índice Nikkei 225 cayó un 12,4 por ciento, al sumarse los temores económicos a la preocupación por los efectos del fortalecimiento del yen en las ganancias empresariales. Fue la mayor caída en puntos de un solo día del índice de referencia, mayor que la del desplome del lunes negro de octubre de 1987. El malestar se extendió a Europa, donde el índice paneuropeo Stoxx cayó cerca de un 3 por ciento, y todos los grandes mercados del continente registraron descensos.
¿Qué ha desencadenado esta crisis?
Varios factores han confluido para generar este escenario de alta volatilidad:
Indicadores económicos negativos: Una serie de datos económicos de Estados Unidos, como la desaceleración de la manufactura y el aumento del desempleo, han alimentado las preocupaciones sobre un posible enfriamiento de la economía estadounidense.
Aumento de las tasas de interés: La Reserva Federal ha implementado una política monetaria restrictiva, elevando las tasas de interés con el objetivo de controlar la inflación. Sin embargo, esta medida ha encarecido el costo del crédito y ha ralentizado la actividad económica.
Guerra comercial: La escalada de la guerra comercial entre Estados Unidos y China ha generado una mayor incertidumbre en los mercados y ha afectado las cadenas de suministro globales.
Resultados corporativos decepcionantes: Los resultados financieros de algunas de las principales empresas tecnológicas han sido inferiores a las expectativas de los analistas, lo que ha generado un clima de pesimismo entre los inversores.
El impacto global
La caída de los mercados bursátiles estadounidenses ha tenido un efecto dominó en el resto del mundo. Las bolsas de Asia y Europa también han sufrido fuertes pérdidas, ya que los inversores buscan activos refugio como el oro y el dólar estadounidense.
Los países emergentes, especialmente aquellos altamente dependientes de las exportaciones hacia Estados Unidos, son los más vulnerables a una desaceleración de la economía estadounidense. Una recesión en Estados Unidos podría provocar una caída de la demanda global y afectar negativamente a las economías emergentes.
¿Qué pueden esperar los inversores?
La situación actual es altamente volátil y los expertos advierten que la incertidumbre podría persistir durante un tiempo. Los inversores deben ser cautelosos y diversificar sus carteras para minimizar los riesgos.
A corto plazo, se espera que los mercados continúen siendo volátiles, ya que los inversores intentan evaluar el impacto de las últimas noticias económicas y políticas. Sin embargo, a largo plazo, la economía estadounidense y los mercados bursátiles suelen recuperarse de las recesiones.
¿Qué pueden hacer los gobiernos?
Los gobiernos de todo el mundo están monitoreando de cerca la situación y evaluando las posibles medidas a tomar para estimular el crecimiento económico y evitar una recesión global. Algunas de las opciones que están sobre la mesa incluyen:
Reducción de impuestos: Los gobiernos pueden implementar recortes de impuestos para estimular el gasto de los consumidores y las empresas.
Aumento del gasto público: El aumento del gasto en infraestructura y otros programas gubernamentales puede ayudar a impulsar la economía.
Flexibilización de la política monetaria: Los bancos centrales pueden reducir las tasas de interés y comprar activos para inyectar liquidez en la economía.
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